Lo de los productos de puericultura daría para escribir una enciclopedia. Cuando te quedas embarazada, sobre todo, si eres primeriza, lo siguiente que piensas es qué productos pueden ser necesarios para atender debidamente a tu bebé, pensando en su bienestar y comodidad (y en el tuyo). Si buceas un poco por Internet, te encuentras con millones de artículos que muchos te dirán que son imprescindibles y otros muchos te dirán que puedes prescindir de todo. Pero, sin duda, hay una serie de productos que sí o sí entrarán en tu casa.
Recuerdo que en el curso de preparación al parto, la matrona nos dijo que las mamás estábamos metidas en varios mercados de consumo: el del embarazo (ropa premamá, vitaminas, cremas,…), el del postparto (otras cremas, otras vitaminas, sujetadores de lactancia), el del recién nacido (todo lo que necesitará el bebé: ropa, más cremas, productos de puericultura,…)
Hoy os cuento nuestra experiencia con ciertos objetos de puericultura que en su momento nos pareció un acierto tenerlo, pero que con el paso del tiempo y tras dos niños, nos parece que no les hemos sacado el partido que esperábamos.
A continuación, os cuento qué productos no han resultado como esperábamos.
Sombrilla de la silla
Nuestra silla ligera de paseo tiene una capota para el sol un tanto escasa (fallo nuestro al elegirla, son de esas cosas que en la tienda no caes y te das cuenta después de muchos paseos). Con lo cual, aprovechamos un ticket regalo que teníamos y que estaba a punto de caducar y optamos por la sombrilla.
Debo decir que la sombrilla es «universal», es decir, que vale para cualquier marca y modelo. Pero aún así le pedí al vendedor que nos enseñase en una silla como la nuestra cómo se ponía. Satisfechos con la demostración, nos fuimos tan contentos con nuestra sombrilla.

Primer fallo: No contaba yo con que a nuestro hijo (el mayor, primero y la historia se ha repetido con el pequeño) le iba a hacer tanta gracia lo de llevar la sombrilla a su lado. No hacía más que tirar del palo y llevarlo hacia sí con lo cual, se quedaba cruzada, con el considerable peligro para los demás peatones. Y le daba igual que fuese abierta o cerrada. Encontramos el sistema de llevarla sujeta para evitar eso mientras estaba cerrada, abierta ya era más difícil.
Segundo fallo: La instalación de la sombrilla es una pinza que se aprieta a rosca. Pero, no tuvimos en cuenta que esta pinza se cierra sobre la tela del asiento de la silla que forra el lateral metálico, con lo cual a la mínima, la sombrilla se resbala.
También he intentado montar la sombrilla sobre la pieza metálica de la silla, pero quedó en eso, en una prueba. La silla ni llegó a salir de casa con la sombrilla montada sobre el lateral metálico. Además, hay que tener en cuenta dónde colocas la sombrilla para que al plegar la silla, no moleste. Porque yo, desde luego, no estoy por la labor de estar montando y desmontando la sombrilla cada vez que doblo la silla para meterla en el maletero.
Tercer fallo: La sombrilla, después de la pieza de agarre a la silla, lleva un muelle para adaptar la sombrilla a la posición del sol. Este muelle queda hecho una «S», poco práctico cuando intentas orientar la sombrilla para que al niño no le de el sol.
Cuarto fallo: Al ir montada sobre una tela, aprietas y aprietas, pensando que la pinza que la sujeta a la silla no agarra bien, y terminas borrando las estrías de agarre que lleva.
En fin, terminamos quitando la sombrilla. Con el pequeño tenía más esperanzas de poder usarla, pero ha hecho lo mismo que el mayor, colgarse de ella hasta tumbarla. La sombrilla duerme plácidamente en el fondo de un armario.
Calienta biberones
Yo lo consideraba un producto necesario en mi maternidad. De hecho, fue uno de los regalos que pedí cuando me preguntaban qué era lo que necesitaba. Así que elegí un modelo que yo creía que cubriría mis necesidades y que además cubría el presupuesto de la persona que me lo regalaba.
Primer fallo: Le suponía fácil de usar, traía pocos botones y pocas funcionalidades, básicamente calentar y mantener caliente. Sin embargo, cada una de las funciones implica usar una combinación de los dos botones que trae. Como el calientabiberones no es un eletrodoméstico que yo se use a diario, esta combinación se me olvidaba de una vez para otra, con lo cual me tenía que volver a leer el manual de instrucciones.

Segundo fallo: la función de calentamiento tarda mucho. Como mínimo, 15 minutos. Y hablo de calentar un biberón, ya de calentar un potito (que según el fabricante también es posible) no lo quiero ni pensar. Según he leído, esto de que tarde mucho en calentar es un mal común a muchos calientabiberones.
Aún lo uso, cuando nos vamos de viaje y no tenemos un microondas a mano. Pero con un bebé ansioso por su bibe, no me resulta muy práctico.
Luz quitamiedos
Realmente no tenemos una lamparita quitamiedos como tal. El humidificador que compramos (y eso que yo busqué el más sencillo de usar) viene con una función adicional de luz. Tiene un botoncito que según le vas dando, se va encendiendo un led con diferentes colores. Además tiene un led que se ilumina cuando el humidificador está encendido, que es independiente de la otra luz.
Fallo: El caso es que el indicador led que indica que el humidificador está encendido es verde, da bastante luz y no permite que el pequeño coja el sueño rápido. Así que tenemos que esperar a que esté muy dormido para encender el humidificador. Con lo cual, si el led le molesta, no os quiero contar si encendemos la otra luz de colores… ¡una fiesta! Así que no le estamos sacando todo el partido que el humidificador nos ofrece. Por no hablar de los estudios que se publican de vez en cuando en los que te indican que esto del humidificador es una moda más, que no aporta nada.
Hasta tengo que apagar la cámara del vigilabebés, porque tiene un pilotito de encendido que también le molesta para dormirse.

Pañales para la piscina
Aquí creo que soy yo la que esperaba otra cosa. Cuando decidimos que sería buena idea apuntar al mayor a natación para bebés con apenas 6 meses, yo creía que esto de los pañales de agua era necesario, no fuese que mi bebé se hiciese pis o, lo que es peor, caca en la piscina y de repente eso apareciese flotando.
Primer fallo: absorben todo lo que tienen que absorber menos el pis… Nada más entrar en la piscina el pañal-bañador se hincha de agua, así que si el niño se hace pis ni te das cuenta. Aunque suene contradictorio, su nivel de absorbencia cuando está seco es mínimo con lo cual no se lo puedes poner de casa a la piscina (por muy corto que sea el trayecto), porque el pis traspasará.
Segundo fallo: son incómodísimos de poner si tu bebé no para quieto, como le pasa al mío (igual es que yo no me apaño), de quitar menos porque rajando los laterales lo puedes quitar.
Tercer fallo: son caros, para qué engañarnos. Vienen como 15-20 por paquete y te cuestan casi lo mismo que un paquete de pañales normales. Y si encima tienes que tirarlo después de cada uso, pues eso, carísimos.
Cuarto fallo: si decides ahorrar un poco y reusarlos para la siguiente visita a la piscina/mar, cuando se secan se quedan superduros, tanto que te da pena ponérselo al bebé y si encima se había hecho pis huelen fatal. Consecuencia, lo mejor es tirarlos después de cada uso.
Recuerdo que un monitor de un curso de natación me dijo a la tercera o cuarta clase, que no se lo pusiese más, por varios motivos. Uno: Si el niño se hace pis en la piscina, mala suerte, para eso se trata el agua. Dos: también me dijo que era poco probable que el niño se hiciese caca en la piscina. De hecho, me dijo que había más posibilidades de que regurgitase a que se hiciese sus necesidades. Y tres: estos pañales, como absorben todo el agua de la piscina, pesan más y hacen que el niño se hunda. Así que o sin pañal-bañador o con uno de esos bañadores ya pensados para la piscina que no traspasan en caso de accidente.
La verdad es que nosotros hemos gastado poco de este tipo de pañales, y los hemos probado de marca blanca de súper y de marca renombrada. Tengo que decir que no hemos usado nunca los pañales bañador de tela, ni de uso diario ni piscineros.
Aspirador nasal
Cuando haces el curso de preparación al parto, te hablan de las diferentes maneras de limpiarle al niño los moquetes: con una pera (no, la fruta no), con un aspirador nasal o con lavados nasales. En una de las canastillas que me dieron en el embarazo, venía un aspirador nasal manual (parece ser que también los hay electrónicos). Así que pensé: «mira, qué bien, una cosa que me ahorro de comprar«.

Primer fallo: mi capacidad pulmonar tiende a escasa. Para usar el aspirador nasal, tienes que absorber y absorber como cuando bebes con una pajita. El caso es que los mocos son algo más densos que una bebida y te quedas sin respiración y no has conseguido sacar ni medio moco de su naricita.
Segundo fallo: A mis hijos, especialmente al pequeño, no les gusta que les toquen las narices, literalmente. Así que son necesarias dos personas, una que les sujete la cabeza y otra que se encargue de aspirar los mocos.
Tercer fallo: Los orificios nasales de los bebés son muy chiquititos, más en el caso del pequeño que siempre ha sido muy «pizquilla», así que hay que tener mucha maña para que mientras estés aspirando no se salga de la nariz, porque claro, el niño tampoco se queda quieto durante el proceso.
Al final, los lavados nasales nos han resultado más eficientes que el aspirador nasal, que se supone que está ahí para facilitarte la tarea.
De todos estos productos, sólo hemos comprado el humidificador. La sombrilla la compramos con un vale de regalo que teníamos y lo demás han sido regalos. Está claro que si ahora tuviese que decidir sobre comprar un producto u otro, creo que esperaría a ver si realmente lo necesito. Aunque probablemente, con la sombrilla, volvería a equivocarme.
¿Vosotros, qué productos tenéis que no han sido lo que esperabais?
Otros post sobre productos de puericultura
- Puericultura: Juguetes que mis hijos ignoran.
- Puericultura: productos que nos han venido muy bien.
1 pensamiento sobre “Puericultura: Productos que no han resultado como esperábamos”