Creo que ir al Zoo-Aquarium de Madrid es casi visita obligada cuando tienes niños. Esta vez la visita surgió por una oferta que nos ofrecieron donde trabajo, se lo comenté a mi marido y le pareció buena idea. Así que compramos las entradas online (ahora con el protocolo covid que han establecido es obligatorio) y para allá que nos fuimos.
Preparando la visita al zoo
Los que leeis habitualmente el blog sabéis que soy muy organizada y me hago listas de todo. Miré las horas de las exhibiciones, un posible recorrido, si había zonas o actividades cerradas por protocolo covid. Pero no miré la previsión del tiempo (tuve que improvisar antes de salir de casa)
Por protocolo, te recomiendan que compres las entradas online, debido a las limitaciones de aforo establecidas. Una vez allí, los trabajadores te escanean el código QR que tienen las entradas. Puedes llevarlas impresas o sincronizadas con la app de Parques Reunidos si no quieres o no puedes imprimir las entradas. Yo opté por descargar la app y sincronizar las entradas y la verdad me resultó muy cómodo.
Como consejo, cuando compréis las entradas aseguraos bien, no admiten cambios ni devoluciones, salvo que compréis las «flexi-ticket».

Protocolo covid
El zoo tiene preparado un protocolo covid para la visita, que se puede consultar en la web. Lo importante: el uso de la mascarilla es obligatoria durante toda la visita, aunque sea un espacio abierto. En este punto debo decir que no vi a nadie sin mascarilla.
En las exhibiciones de animales, los asientos están marcados y sólo te puedes sentar en los sitios habilitados.
Hay bastantes dispensadores de gel hidroalcóholico repartidos por el parque. Además, por megafonía recuerdan de vez en cuando las normas básicas en este sentido. Hay aseos repartidos por el recorrido y en la entrada te recuerdan el aforo limitado.
Hay algunas zonas infantiles que están cerradas por precaución. Nosotros estamos acostumbrados a ver los parques infantiles precintados (porque donde vivimos no los han abierto desde marzo), así que los niños no hicieron ni ademán de acercarse.
También hay algunas actividades que no se hacen, por prevención y para evitar aglomeraciones, como las actividades didácticas en el aula o fotos con animales.
La visita al zoo
Los fines de semana, el zoo abre a las 11:00 de la mañana, así que a esa hora estábamos allí. Nuestra idea era echar el día allí o hasta que los niños se cansasen, pero sabemos, por experiencia, que estando allí a primera hora hay menos afluencia de gente.
Cuando entramos al zoo, lo primero que te ofrecen es haceros una foto, que nosotros declinamos amablemente. En el punto de información, pedí un plano (ya no dan planos en papel) y pregunté por los horarios de las exhibiciones, que aunque lo había mirado en casa no lo había apuntado. Para las dos cosas, me dijeron de hacer una foto a los paneles.
Así que antes de empezar a deambular por el parque sin rumbo, echamos un ojo al mapa y a los horarios de las exhibiciones, para organizarnos y poder ver lo máximo posible. Y echamos a andar. Bueno, los mayores a andar y los niños, a correr. Iban de animal en animal corriendo.

Los animales están repartidos en el zoo por continentes, además está el Aquarium y los espacios para las exhibiciones.
La primera exhibición, la de los leones marinos, era a las 12, pero nos pilló un poco alejados, así que optamos por quedarnos cerca del delfinario que empezaba a las 12:30. Fue un acierto, porque empezó a llover y como parte del graderío está cubierto, no nos mojamos.
A la 1 era el turno de las aves rapaces y su área de exhibición no está lejos del delfinario. Así que recorrimos los pocos metros que separan ambas instalaciones y tomamos asiento. Era la hora de comer y mis hijos empezaron a pedir de comer. Al contrario que en los delfines, que sí se puede comer mientras se ve la exhibición, en este caso no, así que me salí con el pequeño a una pequeña zona de picnic que hay justo de detrás y pudimos ver el vuelo de las aves rapaces a la vez que el peque comía. Al final de exhibición, aprovechamos para comer.
Mientras por megafonía nos anunciaban que debido a las condiciones meteorológicas (volvía a llover y nosotros estábamos de nuevo a cubierto), se suspendía la exhibición de aves exóticas, pero sacaron tres aves mientras contaban datos.
Después de comer, seguimos rumbo y recalamos en el Aquarium. El mundo submarino llama mucho la atención a mis hijos, así que el recorrido lo disfrutaron mucho, pero lo que más: los tiburones, sin duda.
Se nos hizo tarde para ir a ver a los leones marinos, de nuevo, así que optamos por terminar de recorrer el zoo tranquilamente y sin prisas. Tampoco nos importó mucho no ver a los leones marinos, porque los habíamos visto hacía no mucho en Faunia.
Comer allí
Actualmente, por la situación del covid, solo tienen abierto un restaurante y la cafetería, los demás chiringuitos que hay repartidos por el zoo están cerrados, pero las sillas y mesas están puestas así que la gente come o descansa en estas áreas.
Nosotros optamos por llevar nuestra propia comida, puesto que el zoo lo permite. Aunque el zoo, al adquirir la entrada, ofrece una entrada combinada de entrada + menú.
También recomiendo llevar agua, porque aunque hay fuentes, están canceladas por el tema del coronavirus.
También vimos un quiosco, por la zona del delfinario, que vendían café, patatas,.. y hay máquinas automáticas de bebidas frías y «chucherías».
Cómo llegar al zoo
El zoo está en plena Casa de Campo. Hay transporte público que deja cerca, pero para nosotros la mejor opción era ir en nuestro coche particular.
Hay zona de aparcamiento gratuito. Sin embargo, hay unos cuantos «gorrillas» (así llamamos en Madrid a los que te piden «la voluntad» por ayudarte a encontrar sitio), muy bien organizados. Así que si optas por llevar tu propio coche, prepara un par de eurillos para «pagar» el parking.
Nuestra opinión
En lo que se refiere a las actividades con animales, está muy bien planteado, porque puedes ver las cuatro actividades en un periodo de dos horas. Están escalonadas con diferencia de media hora y tienen una duración de unos 15 minutos cada una, así que si os organizáis bien podéis ver las 4 exhibiciones. No ocurre como en otros parques que se solapan y tienes que elegir entre unas y otras. Además, la exhibición de aves rapaces y la de aves exóticas es en el mismo sitio, lo cual es de agradecer.
El zoo es accesible 100%. Fuimos con el carrito del pequeño, porque aunque anda bastante, en el momento en que dice que ya ha andado lo suficiente, pide brazos y ya tiene un peso. Además, el carrito sirve para todo: llevas agua, comida, alguna muselina por si acaso, chaquetas por si llueve…
Los animales se les ve cuidados y bien alimentados. La única parte que nos pareció un poco regular fue la de Australia. Diría que es el área más pequeña y con menos animales.

Mis recomendaciones
Hay que tener en cuenta que en los sitios donde se realizan las exhibiciones, los carritos se quedan aparcados en las áreas habilitadas, así que hay que coger al bebé/niño en brazos.
A la hora de visitar un sitio como el zoo, hay que pensar que vas a andar bastante (según la app del móvil, hice más de 15.000 pasos, lo que viene a ser unos 12 km), así que lo mejor es llevar calzado cómodo. Si además te toca un día como el nuestro (nublado/con probabilidades de lluvia), no te olvides el chubasquero o algo con lo que protegerte.
En definitiva, recomiendo la visita al zoo. A mis hijos les ha resultado muy ilustrativo, sobre todo, ver ciertos animales que de habitual no ves o que tienes que viajar lejos para verlos en su hábitat.
