Cuando nació el pequeño, pasó 72 días en la UCI de neonatos (UCIN). Una amiga me dijo que los niños que pasaban un tiempo en la UCIN, llegaban a casa «aprendidos», es decir, con sus rutinas ya aprendidas. En ese momento, yo pensé ¡qué maravilla!, pero la llegada del pequeño a casa no fue el camino de rosas que yo había imaginado.

Por supuesto que la llegada de un bebé, sea prematuro o no, altera todas las rutinas previas existentes en una casa, con eso contamos, sin embargo, el pequeño trajo sus propias manías. En la UCIN, le daban de comer cada 3 horas, bueno, eso es la teoría, porque también nos contaban que a veces no aguantaba y había que darle antes de comer. Dormir, creo que dormía bastante bien.
Pero, vayamos por partes. ¿Cómo hicimos para inculcarle rutinas al pequeño?
Alimentación
Cuando el pequeño llegó a casa, la verdad es que se cogió al pecho bastante bien y nos despedimos del sacaleches. Pero eso de comer cada 3 horas, ya no. Lo hacía a demanda, y esa demanda a veces podía ser un poco exigente. Además, según pasaban los días, las semanas y los meses, el pequeño empezó a necesitar un suplemento con el biberón, hasta que finalmente tomaba más biberón que pecho. Cuando empezó con el biberón, ya empezó a ser un poco más regular en las tomas.
Ahora ya hace todas las comidas a horas regulares. Bueno, el desayuno puede variar en más menos 1 hora, en torno a las 8:00. La comida a las 13:00, la merienda a las 17:00 y el bibe de antes de irse a dormir a las 20:30. Además, parece que se haya tragado un reloj, porque cuando se va acercando la hora de la comida empieza a lloriquear y sabemos que tiene hambre porque no hay nada que le consuele. El hambre es innegociable.
Dormir
A partir del mes de octubre, con 5 meses (de edad cronológica), empezó a alargar las noches, casi hacía 8 horas del tirón. Sin embargo, igual que por las noches se dormía solito en su cuna y aguantaba varias horas, durante el día hacía lo que yo llamo «microsiestas«, siestas de 20-30 minutos. Además, estas microsiestas llegaban en cualquier momento, de repente le entraba el sueño y no había nada que le despertase.
Lo que más nos ha costado (y aún nos cuesta) es que duerma las siestas después de comer. Pero siestas en condiciones (como diría mi padre, de pijama y orinal), no microsiestas. Igual que por las noches, le dejamos en su cuna y él solito se duerme (sí, lo sé, somos unos afortunados), al mediodía, después de comer, nos está costando mucho que adquiera esa rutina. No lo voy a decir muy alto, por si se gafa, pero ya lleva unos días que sí duerme la siesta. Aguanta una horita y media, más o menos. Pero a eso de las 19:30 se echa otra microsiesta, si bien es verdad que no impide que a su hora esté en su cunita dormido.
Creo que el hecho de que el pequeño duerma tan bien por la noche, es la rutina previa que hacemos desde que llegó a casa. A las 8 de la tarde, empezamos con los baños, y mientras papá le da crema y le viste, yo me encargo de prepararle el biberón. A las 20:30 como muy tarde está tomando el bibe, y 10 minutos más tarde en su cuna. Como curiosidad diré que «adopta la postura» para dormirse, es decir, se pone de lado.
Por cierto, nunca le despertamos, ni por la mañana ni a la hora de la siesta. Por eso, el desayuno no tiene una hora fija. Cuando se dormía las microsiestas, a veces sí que intentábamos despertarlo porque pensábamos que igual luego no dormiría la siesta o le costaba más dormirse por la noche, pero pasado un tiempo hemos constatado que esto no es así.
Juegos
Evidentemente, como todos los bebés, el pequeño al principio le bastaba con mirar al infinito para entretenerse. Poco a poco, ha ido aprendiendo a jugar, al principio sólo se entretenía con un juguete y si tenía sonido, mejor. Ahora, va variando los juguetes, él mismo los elige. Para él, meterle en el parque es como ir al parque de atracciones. En el parque tiene todos los juguetes del mundo, porque lo hemos estado utilizando como «almacén» de los juguetes de su hermano, así que tiene pelotas, pompones, juguetes musicales, piezas de construcciones blanditas,… de todo, sólo cuando se cansa llora, para reclamar nuestra atención y que le saquemos de ahí.
El paseo
Salir de paseo es otra «obligación» que nos tenemos auto-impuesta. Además, solemos hacerlo más o menos a la misma hora y volvemos a casa también más o menos a la misma hora. Por supuesto, que a veces las circunstancias mandan y nos saltamos nuestros propios horarios, pero son las menos. Ni qué decir tiene que cuando alteramos estas rutinas, comen peor o les cuesta dormir más, por eso intentamos evitar que se den estas circunstancias extraordinarias.
Nuestro hijo mayor fue siempre más regular en los horarios que el pequeño. Además, es el campeón de las siestas. Creo que nos tenía mal acostumbrados.
Por supuesto, inculcar rutinas a un bebé no es nada fácil. Influyen muchos factores. Debo decir que nosotros somos bastante «germánicos» con los horarios y creo que eso ha beneficiado la introducción de rutinas. Crearle rutinas a un bebé, además, les da sensación de seguridad y les ayuda en su desarrollo, puesto que el niño al saber lo que viene él mismo quiere hacerlo.
Vosotros, ¿qué rutinas tenéis?
7 comentarios sobre “La importancia de las rutinas”