En la visita que hicimos a la consulta de neonatos a los 6 meses, la doctora nos dio luz verde para empezar con la fruta. Por un lado, pensé ¡Bien, un paso adelante!. Por otro lado, me asustó un poco la idea por la experiencia previa que teníamos con el mayor, que tardó un poco en acostumbrarse a la fruta.
La doctora me dio algunas indicaciones, que a mi me sirvieron a modo de recordatorio. Lo importante, empezar con el zumo de naranja y a partir de ahí ir añadiendo otras frutas, como la manzana, la pera. El plátano será el último que incorporaremos. Y empezamos, armados de paciencia.
Como os conté en Instagram, el zumo de naranja pareció tener algo de éxito, así que unos días después nos animamos a añadir otra fruta, pero ahí ya pinchamos en hueso. Es cierto que para el bebé todo es nuevo: la forma de comer (pasa de biberón a cuchara), la textura, el sabor,… Hay que tener paciencia y seguir intentándolo. Dicen que hace falta dar a probar hasta 15 veces un alimento para que el niño lo termine aceptando.
Tras varios intentos, decidimos hacer un alto en el camino y dejar pasar unos días antes de seguir con la fruta y volvimos al biberón. A ver si de esta forma se le «olvidaba» el momento de la merienda y cuando volviésemos a intentarlo estuviese más receptivo. Y parece que en cierto modo funcionó porque tras varios intentos, el pequeño ha empezado a comer fruta. Su combinación favorita es el zumo de naranja y el plátano, con un cacito de cereales (le quitan acidez al zumo de naranja).
La pediatra nos dijo que como era probable que el niño al principio no comiese mucha fruta (o nada) que no le dejásemos sin comer y le diésemos un biberón, pero desde hace unos días, aunque no toma más que unas cuantas cucharadas tampoco quiere el biberón. Eso sí, la siguiente toma, la de la cena, devora 🙂
¿Qué tal llevan vuestros pequeños la fruta? ¿les gusta? ¿les ha costado adaptarse?
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