Con la llegada del frío, llegan los mocos, las toses y las temidas bronquiolitis. En un adulto o en un niño más mayor, no pasa de ser un simple refriado. Pero cuando hablamos de prematuros… los mocos y las toses se convierten en una preocupación. Con este post, no pretendo ser alarmista, sólo precavida.
Todos los lactantes, sin excepción, se convierten en carne de cañón de los virus, puesto que su sistema inmune es aún inmaduro. La bronquiolitis es una enfermedad provocada por un virus, entre otros, el virus respiratorio sincitial (VRS). Este virus es muy común entre los niños menores de 2 años. El VRS aparece, como la gripe, entre septiembre y abril.
¿Qué es la bronquiolitis?
Es una enfermedad del tracto respiratorio inferior que dificulta la respiración y causa pitos o sibilancias al respirar.
¿Cuáles son los síntomas?
Los típicos de un catarro: mocos, toses, algo de fiebre… Aunque estos síntomas, pasados unos días, pueden agravarse y provocar dificultad respiratoria, tos persistente y aparecen los pitos. Si esto llega, hay que acudir al médico urgentemente.
Para apreciar si a tu bebé le cuesta respirar, obsérvale respirar, descúbrelo el pecho y si se le marcan las costillas, es una señal de que le tienes que llevar al médico.
¿Cuánto dura la bronquiolitis?
Unos 15-20 días de media.
¿Quiénes son los grupos de riesgo?
Los bebés prematuros (ahí entramos nosotros), los bebés con cardiopartías congénitas, aquellos bebés con enfermedades pulmonares, como la fibrosis quística, y los niños con Síndrome de Down.
¿Cómo evitar el contagio?
El contagio es relativamente sencillo y rápido, a través de juguetes, pañuelos, ropa,… así que para evitarlo hay que tomar una serie de medidas mínimas: lavarse las manos, evitar el contacto con personas enfermas, usar pañuelos de papel, lavar bien sus biberones, chupetes, tetinas,…
¿Existe tratamiento?
Dado que el causante de la enfermedad es un virus, los antibióticos no son efectivos. Existe un tratamiento exclusivamente hospitalario dirigido a los grupos de riesgo, que consiste en inyectar al bebé unos anticuerpos. Este tratamiento se aplica de septiembre a abril, y lo recomendable son 5 inyecciones en este periodo. Podríamos decir que es como un escudo que protege al niño.
Otras recomendaciones son tener el colchón de la cuna elevado o hacerle lavados nasales cuando veamos que los mocos no le dejan respirar bien.

Nosotros ya hemos pasado por la experiencia de la bronquiolitis. Fuimos a urgencias, después de pasar dos noches sin apenas dormir (el pequeño ya suele hacer las noches del tirón), con problemas de respiración y algo de fiebre. Esperemos en que no tengamos que volver a urgencias por este motivo. Como al niño ya le habían inoculado los anticuerpos, el episodio no pasó a mayores y tampoco hizo falta ponerle aerosoles.
Me ha quedado un post bastante largo, pero creo que el asunto es importante y lo requería.
En cualquier caso, y ante la duda, pregunta a tu pediatra de referencia, ya sabes que este NO es un blog de divulgación científica.
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